
Todo lo griego vestia, daba clase, postín, era signo de riqueza y quien seguía esta regla de oro tenia el éxito social asegurado entre sus conocidos.
Copiaron muchas cosas del mundo heleno, como la religión, por ejemplo. Les pusieron nombres romanos a las divinidades griegas y las “romanizaron”. Tan incrédulos eran los griegos como los romanos, pero se parecían en el gusto por la tramoya religiosa. Eran partidarios de las grandes ceremonias, con intervención de sacrificios animales. Y también eran muy aficionados a los augurios, buenos y malos.
Si un pájaro de mal agüero se cruzaba en su camino, suspendian la ceremonia correspondiente y esperaban a que los vaticinios fueran más favorables.
Según las crónicas de la muerte de Julio Cesar, el día en que murio hubo ciertos indicios de mal augurio, a los que no se hizo caso.